Nunca había vivido una derrota electoral tan brígida como la que viviré el 17 de enero. Un facho absoluto que tenía claro que los votos de la derecha dura no alcanzan ni para sacar adelante a un candidato a presidente de curso, le hizo creer a millones de viejas y gente inocente - inocentonta - que representaba el cambio y se dedicó a manosear la palabra como si fuera un valor mayor, como si la alternancia fuera un fin en sí mismo. No sólo eso, sino que también puso cara de hombre tolerante, de un muy buen tipo que integra a todos los sectores y eso, según él, es la raja. Dígame, don Sebastián, que tener a un hueón que estuvo con Allende vale mucho si se fue con usted sólo porque sabe que los ganadores de esta jugada están allá. Es simplemente un tipo que vio la oportunidad que en la Concertación ahora no tendría, no es alguien "de otro sector" que se integró al suyo, para nada. Es de los mismos que siempre estuvieron con usted, nomás.
Una pena que mi pueblo vaya a caer de ese modo. Veinte años gobernados por una coalición que se desgasta y que poco a poco pierde todo posible parecido con lo que era a fines de los '80 y principios de los '90 no pasan en vano. Sus desaciertos son un factor importante, pero ni de lejos EL más importante, para que el candidato de la oposición despegue con una facilidad que no se había visto antes. Como se dio cuenta que llenarse la boca con el humanismo cristiano y que Bachelet era una "candidata de izquierda" no le hizo ganar votos, para esta ocasión se disfrazó de pluralista, tolerante, de facho que votó por el No. Por increíble que parezca, hay personas que sí le creen. ¿Cómo? No sólo con una buena propaganda que apunta al vejestorio indeciso, a los pobres de siempre y a los pobres que se creen de clase media. Lo que realmente ha hecho estragos es la ayuda de los medios de comunicación, considerando que los de mayor difusión suelen estar en manos de la derecha. Fueron años de constante bombardeo de noticias sobre asaltos y violaciones, dedicados a aumentar la percepción pública de que la delincuencia es el gran mal que afecta a nuestra nación. Naturalmente la idea era poner la culpa en un lugar específico, que es la Concertación. Aprovecharon sus recursos para dar vuelta a un pueblo ignorante, víctima de un sistema educacional que se torció desde la dictadura y que en democracia no se ha podido enderezar, para hacer creer que no hay más culpable que el gobierno, desconociendo que los poderes del estado son 3, olvidando que las facultades de los poderes judicial y legislativo no son un adorno, proponiendo una visión simplista sobre el origen de la delincuencia. La delincuencia no surgió de la nada ni es un grupo de desadaptados que un día decidieron alejarse de la sociedad, sino que es hija de la marginación engendrada por nuestro sistema político y económico, pariente de la falta de oportunidades y la
mala calidad de la educación y el acceso a ésta. Y ahí es donde está el verdadero enemigo que absorbe fuerzas e ideas, no es la sobredimensionada delincuencia, como quieren que todo el mundo crea. "Gobernar es educar", dijo Pedro Aguirre Cerda, y tiene toda la razón del mundo, porque esa es la llave que abrirá las puertas de las oportunidades y el pensamiento crítico, no hay otra forma de que nuestro pueblo llegue al punto en el que sus decisiones se tomen con conciencia en lugar de tirar el voto a la chuña eligiendo al candidato que puso más carteles en la calle y pintó más murallas.
En esta ocasión no hay forma de ganar. Piñera es representante de un sector conservador y libremercadista, pero Frei viene a enseñar la bandera de una Concertación que muchas veces se pasa al otro lado. No es
de izquierda. No obstante votaré por Frei por la conocida razón de sumar votos que impidan el avance de la derecha, aún cuando lo veo difícil. Prefiero la Concerta, con sus aciertos y errores, antes que esos partidarios del neoliberalismo que pretenden imponer sus valores como únicos y verdaderos, aquellos que nos vienen a decir lo que tenemos que hacer, como si la cruz fuera el norte universal.
Las estrategias de la derecha funcionaron. Están funcionando ahora, cuando escucho a mis vecinas que declaran creer en ofertones como el millón de empleos o al caballero del quiosco repitiendo como loro el discurso de la puerta giratoria. Si vamos por este camino, que es difícilmente reversible, creo que lo que queda es prepararse para ser y hacer una buena oposición, demostrar que tenemos ideas para construir algo más que el negocio de unos pocos, pues lo que nosotros queremos es un país para todos. Seamos una oposición mejor de lo que ellos han sido durante los últimos años, más digna, más inteligente y, por supuesto, progresista.
El pueblo se ha quedado dormido con la anestesia diaria de la televisión y otros medios. En medio de este sucio juego, en la derecha han encontrado la clave que los tiene cada vez más cerca del sillón presidencial. Así es como nos seguimos quedando en una democracia a medias que cada vez cojea más. Pero no crean que dejaremos que las cosas se hagan a la pinta del gremialismo, no por nada seremos oposición.